IA sin anestesia.
Los miedos que la IA está metiendo a las empresas. Y no solo
a las nuestras.
Hoy amigos y amigas trataremos el tema de los miedos. En concreto
el que plantea la IA. Y es que, a las
empresas en general, no les da miedo la
inteligencia artificial porque piense. Les da miedo porque no saben qué
hacer con ella.
No es un Skynet, ese bicho malo de película sabíamos a lo que iba. Es otra cosa, para muchas compañías se trata
de un Excel con esteroides que nadie sabe gobernar.
La narrativa épica que venimos contando no deja de contar que
la IA es un superpoder. La realidad corporativa nos dice otra cosa; para muchas
se trata un experimento caro, mal explicado y peor integrado. La IA no
está asustando por lo que promete, sino por lo que revela: culturas
organizativas frágiles, datos mediocres y líderes que confunden estrategia con
una presentación en PowerPoint
Pero, como os decía, vamos por capas, del mundo al barrio,
que es donde de verdad se notan los temblores.
El miedo global: todos la usan, pocos la entienden
Dato incómodo para abrir boca; según McKinsey (Global Survey
on AI) el 88% de las organizaciones ya utiliza IA de alguna forma, pero solo un
tercio consigue escalarla con impacto real.
¿Por qué?
Porque la IA entra en las empresas como un elefante en una cacharrería… y nadie
se ha encargado de quitar los jarrones.
El 33% de las compañías reconoce haber sufrido consecuencias
negativas por errores de la IA: decisiones incorrectas, alucinaciones, sesgos o
automatizaciones mal diseñadas. Y esto no lo digo yo sino el informe de IBM Global
AI Adoption Index.
A esto se suma el trío del apocalipsis corporativo:
- Privacidad
y uso indebido de datos
- Falta
de gobernanza clara
- Escasez
brutal de talento
El 70% de las empresas afirma que la resistencia cultural y
la falta de skills son su principal freno. En resumen a alto nivel; no falla la
tecnología, falla el sistema nervioso de la organización.
Las empresas que sí sacan partido —las llamadas high performers— no son
más listas, son más disciplinadas: invierten más del 20% de su presupuesto
digital en IA, pero sobre todo en personas, procesos y control, lo que da respuesta
a los tres problemas descritos anteriormente.
Sectores como tecnología, telecomunicaciones y salud avanzan más rápido, pero
paradójicamente son los que más miedo tienen a los ciberriesgos, la dependencia
de proveedores y los sesgos algorítmicos. A ver amigos, cuando juegas en la primera
división, el error cuesta caro.
Europa: cuando la regulación se prioriza a la carrera por llegar
el primero
Europa no va lenta porque sea menos capaz. Va lenta porque prefiere
legislar antes de experimentar. Es una elección política y cultural.
Resultado: el 56% de las grandes empresas europeas aún no ha
logrado una adopción plena de IA, y las pymes directamente se ahogan entre
costes, cumplimiento normativo y datos de baja calidad. Y esto son datos de la propia
comisión europea.
El 47% de las organizaciones europeas reconoce no tener las
competencias digitales necesarias para desplegar IA con sentido.
Y aquí llega el dato que hace sudar frío a los comités de
empresa:
el 32% de los empleos en Europa (unos 136 millones) está expuesto a la IA
generativa. No significa destrucción inmediata, pero sí transformación
profunda, especialmente en sanidad y administración pública.
A esto se suma un miedo muy europeo, muy nuestro: la soberanía digital.
El 84% de los directivos europeos teme depender tecnológicamente de EE. UU. o
China. Algo natural viendo lo anterior.
Conclusión europea: queremos una IA ética, segura y humana… pero sin ensuciarse
las manos en el laboratorio. Y así, colegas todos y todas, es difícil innovar.
España: mucho entusiasmo, poca estructura
España es un país curioso: el 85% de las empresas dice
invertir en IA, pero casi la mitad pisa el freno cuando llega la hora de la
verdad.
Los motivos no sorprenden:
- 47%:
falta de capacidades digitales reales
- 70%:
gobernanza inexistente o pobre
- 56%:
datos de mala calidad e integración con sistemas legacy
Aquí la IA no choca con la ética primero. Choca con el ERP
de 2003, el Excel infinito y el “esto siempre se ha hecho así”.
El 41% de las empresas sufre escasez de talento en IA, lo
que ha disparado la formación interna y el reskilling acelerado. Buena
noticia: se empieza a entender que no basta con comprar tecnología; hay que reprogramar
cerebros.
Aun así, hay miedo. Mucho miedo.
El 46% señala la regulación como freno, y el 36% expresa preocupación por
riesgos éticos y reputacionales.
Fuente: PwC España, AI Business Survey 2024.
Banca, retail y manufactura lideran la adopción, pero con
una ansiedad de fondo: quedarse atrás frente a competidores europeos más ágiles
o globales menos regulados.
Conclusión sin anestesia
Las empresas no temen que la IA piense demasiado.
Temen que piense mejor que ellas.
La IA no está exponiendo solo un problema tecnológico, está
destapando las vergüenzas de muchas compañías a nivel organizativo, cultural y
de liderazgo.
Donde hay datos pobres, la IA amplifica el desastre.
Donde no hay gobernanza, la IA hace lo que le da la gana.
Donde no hay talento, la IA se convierte en un juguete caro.
Y es que para resumir este artículo pre navideño; la IA no
viene a destruir empresas. Viene a desnudar a las que ya estaban mal vestidas.
Y eso queridos colegas es lo que realmente les preocupa.
Fuentes
Puede parecer muy apocalíptico, pero os dejo aquí las
fuentes para que veáis que esto resume un montón de estudios:
-
BCG AI
Radar 2024
-
McKinsey, State of AI 2024.
-
European Commission – AI Watch 2024.
-
OECD
Skills Outlook 2023.
-
European
Central Bank & IMF joint analysis, 2024.
-
Capgemini
Research Institute, 2024.
-
Deloitte
España, AI Trends 2024.
-
ONTSI
– Informe Nacional de IA 2024.
-
LinkedIn
Economic Graph España, 2024.
-
PwC
España, AI Business Survey 2024.


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